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Suspenso para España en eficiencia energética
Recientemente se ha publicado el informe RISE (Regulatory Indicators for
Sustainable Energy) elaborado por el Banco Mundial donde se refleja de forma jerarquizada
el posicionamiento de los distintos países en lo referente al acceso de la
energía, la apuesta por las energías renovables y la eficiencia
energética. España ocupa el puesto 22, de los 111 países analizados, en
cuanto a comportamiento en eficiencia energética, situándose por
detrás de los países de nuestro entorno económico y territorial. Esta posición
es consecuente con la inexistencia de una política energética y de tener una
laxa preocupación por mejorar nuestro comportamiento energético.
La ineficiencia energética, ni se corresponde con
nuestra posición a nivel mundial en Producto Interior Bruto ni por supuesto con
la realidad como país, al tener uno de los mayores grados de
dependencia energética de la Unión Europea de la que nos separan más de 20
puntos porcentuales, un 73% de España frente a un 53% de media europea, y
eso considerando en este cálculo a la energía nuclear como fuente autóctona,
que no lo es. Esta dependencia supone que por cada 10$ de subida sobre el
precio del barril de petróleo nuestro saldo de la balanza comercial se
deteriora en 6.000 MM€.
Ser eficiente en España en materia de consumo de
energía debería ser una de las prioridades de la política energética, como lo ha manifestado
repetidas veces la Fundación Renovables, no solo para poder competir con los
países de nuestro entorno, sino también para poder llevar a cabo políticas más
sostenibles con respecto al medioambiente y menos expuestas a la volatilidad de
los precios de combustibles que tenemos que importar.
España cuenta con legislación suficiente para tener un comportamiento en eficiencia energética mejor, como consecuencia de la obligada transposición de las distintas Directivas Europeas, fundamentalmente la 2010/31/UE sobre eficiencia energética en edificios y de la 2012/27/UE de eficiencia energética. El problema es que hemos sido incapaces por decisión propia de poner en marcha los instrumentos operativos que el marco legislativo exigía.
Termómetro en un centro comercial de
Madrid. En el cartel figura la propia normativa que incumple.
Las líneas de actuación puestas en marcha son
insuficientes e ineficientes y están basadas en el desarrollo de campañas de
difusión y en la creación de un Fondo para la Eficiencia Energética que no se
ha conseguido aplicar a su finalidad, de hecho en la fallida reforma eléctrica
del actual Gobierno se utilizaron los fondos acumulados para reducir el déficit
de tarifa, y permiten predecir que España no cumplirá el objetivo de
reducción de la demanda establecido para los países de la Unión Europea para el
2020.
Objetivo que, afortunadamente para el Gobierno, es no
vinculante pese a que, tanto por responsabilidad como por su importancia,
debería ser considerado como uno de los elementos básicos de cualquier política
energética, si es que esta existiera.
Esta escasa preocupación por poner en marcha
mecanismos que fomenten el ahorro y la eficiencia de energía se ha podido ver
desde:
Si analizamos lo que han hecho países de nuestro
entorno con resultados altamente positivos y las medidas disponibles en nuestro
ordenamiento y no llevadas a cabo, el Ministerio de Energía debería
hacer corresponsables de forma vinculante a las empresas suministradoras de
energía del cumplimiento de los objetivos marcados por la Directiva de
Eficiencia.
Las compañías que nos suministran la energía tienen
que asumir este reto no solo por la cercanía con el consumidor al que venden
energía sino también en su propio beneficio como línea de negocio nueva, en la
que la venta de servicios energéticos vaya sustituyendo o acompañando a la
venta de energía.
Nuestras comercializadoras están más centradas en
procesos de intermediación que en trabajar para sus clientes. Situación que
evidencia su escasa preocupación por asumir los retos energéticos que todos
como país hemos asumido.
Pues bien, nunca seremos eficientes sino no
involucramos a todos los agentes que tienen que ver con el abastecimiento de
energía, empezando por los consumos públicos y siguiendo por la implantación
sin paliativos de la electrificación de la demanda de energía. La
cobertura de las necesidades energéticas es más eficiente si la energía utilizada
es la electricidad tanto en clima, con la bomba de calor, como en el transporte
con el vehículo eléctrico.
La España Ineficiente es fruto de
nuestro comportamiento como consumidores, poco informados, y de un desarrollo
legislativo más centrado en la “desidia programada” como política energética
que en fomentar la eficiencia.
Imagen: Flickr/ Adriano Agulló